Vergüenza por la desidia en la que se encuentra sumida la Catedral Metropolitana. A esto se refiere Ricardo Gago, presidente del Comité de Amigos de Iglesias del Casco Antiguo, cuando habla de “vergüenza nacional”.
Cerrada uno no se da cuenta del descuido que reina en su interior. Solo podría imaginárselo a simple vista por la vegetación que crece en lo alto de cada una de sus torres.
Lo preocupante es que no solo el mal estado se ha apoderado de la catedral del país, también sucede lo mismo en la iglesia de La Merced, la de San Francisco y en la de San José, donde ya se han suspendido todas las bodas programadas para este año y para el próximo.
Precisamente, la iglesia de San José es la que más preocupa a Gago, puesto que hay riesgo de que el altar se desplome, debido a la fuerte humedad que ataca al muro que lo sujeta.
“El altar de oro es una joya, algo único”. Para combatir esta problemática, el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, ha liderado la creación de una comisión de miembros pertenecientes a la empresa privada, cuya finalidad es recaudar fondos y liderar las obras de restauración que hay que acometer en cada uno de los monumentos históricos.
El trabajo es arduo, pero su presidente confía en que el pueblo acabe “subiéndose los pantalones” y contribuya con las donaciones.
El costo supondrá “muchísimos millones de dólares”, además de tiempo. Calculan que solo la basílica de San Francisco necesita unos 2 millones de dólares de inversión, y La Merced otro millón adicional.
El valor de restauración de la catedral aún no lo han determinado. De todas las iglesias del Casco Antiguo, el oratorio de Felipe Neri es el que en mejor estado se encuentra.
Reconstruido hace 13 años por 800 mil dólares, comenzará a celebrar misa a partir de septiembre y será junto a San José y La Merced, las únicas con las puertas abiertas.